viernes, 27 de noviembre de 2009

YO SOY LA PUERTA


La joven profesora escribió en la pizarra:
-No me he divertío en tol verano.
Entonces preguntó a los niños:
-¿Qué está equivocado en ésta frase y qué debo hacer para corregirlo?
Y Pepito, que estaba en el último asiento, se puso de pié y dijo:
-¡Échate un novio!

LA RISA ES LA PUERTA. Si eres capaz de reírte a carcajadas, no por terapia o por seguir alguna instrucción del psicólogo o algo parecido, eres religioso. ¿Por qué la risa te hace religioso? Porque religión no es otra cosa sino volver a tu raíz original. A través de la risa retornas a tu unidad orgánica, vuelves a tu inocencia original, regresas a tu virginidad primigenia, es decir, vuelves a la raíz de donde has brotado, a la raíz de donde ha brotado toda esta vasta Existencia. Por eso, un chiste, una broma, un piropo, un colmo… son completamente inocentes y, sin embargo, te hace reír. Por lo mismo aquello que te hace reír es algo sagrado porque es inocente y salvaje; y la misma risa, es la puerta de entrada a la Trascendencia, a la Totalidad, a Dios.

Somos una unidad orgánica a la que, gracias a la risa, estás volviendo constantemente si ríes. Por tanto volver, mediante la risa (que es la puerta, el medio adecuado, el justo medio) a esa unidad esencial, es ser religioso. La puerta tiene esa cualidad: la de ser un medio, un espacio, por donde se pasa a otra dimensión, a la dimensión divina. Con razón Jesús dijo: “YO SOY LA PUERTA… Los que se presentaron antes que yo eran ladrones y malhechores que matan y destruyen. Yo, en cambio, he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia”. Y esa ‘vida en abundancia’ se manifiesta en la risa; cuando ríes significa que estás lleno de vida como un toro o una yegua; cuando ríes la vida explota en ti; cuando ríes, toda la alegría y el humor de la cual está hecha el universo irrumpe; es la virtud de la risa la que hace posible el silencio y, paradójicamente, el alborozo universal.

Los estudiosos dicen que Jesús era un tipo muy popular. Se caracterizaba por contar cuentos, parábolas, anécdotas, chistes en su club de amigos/as, compadres y comadres. No por nada era denominado amigo de publícanos y pecadores, el que era un glotón y un bebedor. Era, seguramente, un tipo genial, un tanto excéntrico, y que por eso los bueyes (los sabios y entendidos) de su tiempo fueron incapaces de soportarlo. Un tipo así dijo simplemente: YO SOY LA PUERTA, y tenía razón, sólo un tipo como él puede declarar semejante verdad. Sólo aquel que está embriagado de Dios puede decir una cosa así; sólo aquel que está loco de Dios puede pronunciarse de ese modo; sólo aquel que baila al ritmo de la Existencia puede proferir una verdad tan esencial. Justo por eso él se ha concebido a sí mismo como la fuente donde bulle la ‘vida en abundancia’, es decir, la risa, la alegría, la fiesta, la celebración, el regocijo.

Un día la mujer estaba muy molesta y dijo al marido que, al parecer, no hacía nada:
-¿Por qué no arreglas la luz del pasillo?
El esposo contestó:
-¡Pero si yo no soy electricista
Ella volvió a preguntar:
-¿Por qué no arreglas ese mueble de la cocina?
El esposo, otra vez, respondió:
-¡Pero si yo no soy carpintero!
Un día, sin embargo, el esposo ve que la luz y le mueble están arreglados, entonces pregunta a la esposa:
-¿Cómo has arreglado todo?
¡Ah! –dijo la señora–. Vino el vecino nuevo y lo arregló todo.
El marido preguntó:
-¿Y te cobró algo?
-Bueno –profirió la señora–. Me dio a elegir entre hacerle una tarta o acostarme con él.
El marido, poniendo más atención, interrogó curiosamente:
-¿Y de qué le hiciste la tarta?
-¡¡¡Pero si yo no soy cocinera!!!

El chiste que te hace irrumpir en la risa, es la manifestación de la vida en abundancia. Sacarle risa al hombre es sacarle su misma vida, esa vida que bulle en sí mismo. La belleza de la risa radica en que es salvaje y, como es salvaje, no conoce etiquetas ni hábitos de ninguna clase. Por un lado, la risa, por ser salvaje, es absolutamente indiferente a las divisiones y distinciones de la clase que fuere; por otro, te devuelve energía, esa energía salvaje que ha sido condenado por la civilización, la cultura, por tus grandes santos, quienes han impuesto la tristeza y la seriedad, por decir, esas dos grandes enfermedades psicológicas creadas para castrar y esclavizar al ser humano.

Sacarle la risa al hombre es uno de los pecados más crueles que han cometido las religiones organizadas y sus santos en toda la faz de la tierra; arrancarle al hombre la risa es una de las estrategias más horribles que soportó el ser humano; extirpar la risa al hombre es una verdadera castración espiritual que al hombre le ha ocurrido. Hay una diferencia enorme entre un toro y un buey. Ambos nacieron iguales. Pero los bueyes han sido castrados y los toros no. Los bueyes han sido castrados para acarrear cargas, tirar las carrozas, los arados; en cambio el toro tiene su individualidad, no puedes ponerlo al frente de tus carrozas o tus arados, no puedes tratarlo como animal de carga. El toro es poderoso, tiene vitalidad, vigor, fuerza, imposible de controlar. El toro es aún salvaje, en cambio, el buey es apenas su sombra lejana, es decir, un esclavo.

A propósito del toro, recuerdo una curiosa anécdota. En cierta ocasión un niño me hizo la siguiente pregunta:
-¿Qué le dice el toro al avión?
Sinceramente yo no sabía la respuesta. Hice un poco de silencio y le dije:
-Me rindo. Dime ¿qué le dice?
Él me contestó:
-Tú volas arriba y yo bolas abajo.

El toro es salvaje y, por eso, tiene belleza y vigor; en cambio, el buey, ha perdido completamente su belleza y su vigor. El toro se puede permitir muchas libertades porque está lleno de vitalidad, pero el buey sólo podrá servir para acarrear la carga, ser usado como un objeto inerte, y ser esclavo de su amo. Los mal llamados santos y sus religiones han usado la misma estrategia que se usa para con los bueyes. Han vuelto triste y serio al ser humano, es decir, un simple animal de carga. Ellos son los perfectos ladrones y malhechores que roban y matan la conciencia de la gente. Y a menos que lo vuelvas triste y serio al ser humano –esto es, castrarlo espiritualmente– no puedes hacer de él un esclavo, es decir, un buey. Espiritualmente, esclavo de un Dios ficticio, de un cielo o de un infierno, que no existen más que en la cabeza; psicológicamente, esclavo de la tristeza y de la seriedad que no son naturales, pero que han sido impuestos para dividir, fragmentar y hacer del individuo una personalidad esquizofrénica, para que nunca se rebelase, para que siempre esté enfermo, miserable, timorato, mediocre y debilucho, listo para arrodillarse frente a una estatua de madera y obedecer a cualquiera que a sus ojos le parezca poderoso. Han vuelto al ser humano un verdadero mono del circo, para beneficiarse con sus votos y vivir chupando su sangre. La seriedad y la tristeza son las enfermedades del alma que padecen los así llamados santos y los eruditos que, durante toda su existencia, sólo han desparramado disparates y enfermedades psicológicas. Éstos, por su esterilidad e inutilidad han sido sólo una carga para la tierra, porque no han contribuido de manera esencial a la humanidad.

La Risa ha sido condenada como algo insano, infantil, salvaje y, por eso, sólo es permitido sonreír. Sonreír se ha vuelto como algo civilizado, culto e incluso educado. Cuando se te prohíbe reír, se te prohíbe ser dichoso; se te prohíbe cantar una canción de amor; se te prohíbe celebrar la amistad universal; se te prohíbe vivir placenteramente; se te prohíbe bailar por pura dicha, por puro regocijo en éste mundo. Al prohibir la risa han destruido todo lo que es bello, adorable y bendito.

Sin embargo tú puedes empezar a reírte como un niño, a carcajadas, sin esperar ninguna retribución, aunque todo el esfuerzo de los padres, maestros, sacerdotes, eruditos, santos y demás, sea civilizarte, hacerte serio, hacerte esclavo, hacerte dependiente de su sucia psicología. La risa es una parte esencial de la vida y del amor. Por eso LA RISA ES LA PUERTA. Y Jesús está en lo correcto cuando dice: YO SOY LA PUERTA, incluso su propia crucifixión fue una hermosa broma. ¿Sabías? Incluso si algún día te encuentras con Dios, si lo estás buscando, cuéntale un chiste y verás que Dios es pura risa, puro humor, pura jovialidad. Dios es un tipo simpático, juguetón, reilón, chistoso, bromista, bailarín y siempre está de fiesta. Y un tal judío como Jesús, un Francisco de Asís, un Zaratustra, un Krishna, no pueden ser lo contrario. La vida misma es la broma más grande que ha sido revelado sólo a las almas arrebatadas de humor. Dios es el eterno juguetón. Si algún día llegas a ver el rostro de Dios te morirás de la risa, porque Dios es risa y la risa es Dios. Por tanto si ríes eres risa y, si la risa es Dios, tú eres Dios porque Dios es risa. Dios y Risa confluyen en tu ser. Siempre están de la mano, nunca están separados, es decir, cuando ríes, Dios ríe; cuando juegas, Dios juega; cuando bromeas, Dios bromea; lanzas un piropo, Dios piropea. ¡Es el eterno misterio de la risa!

Un niño estaba yendo a la escuela. Mientras iba, rezaba:
-Amado Dios, por favor no dejes que llegue tarde a la escuela. Te lo ruego, Dios mío, haz que llegue a tiempo…
Justo en ese mismo momento pisa una cáscara de plátano y resbala unos metros en la acera. Luego, mientras se levanta, mira irritado hacia el cielo y dice:-¡Vale, vale, Dios! ¡Nos respetaremos! ¡No hace falta que empujes!


Khishka

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