martes, 1 de diciembre de 2009

¡ESTÉN DESPIERTOS!


El gran problema actual, a nivel mundial, es que ¡la gente de hoy duerme despierto! Esa es la razón del por qué es válido la insistencia de Jesús: ¡ESTÉN DESPIERTOS! Hay gente muy hábil, muy astuta, muy lista, que crea drogas para hacer dormir a otros. Pero ojo: cuando digo ‘drogas’ no me estoy refiriendo a aquellas que alteran tu química fisiológica, es decir, ‘Opio’, ‘LSD’, ‘Marihuana’, incluso ‘clefa’ que está al alcance de los más pobres. Me estoy refiriendo a drogas que afectan a la consciencia del ser humano.

La metodología de los astutos logra acceder directamente a la consciencia. El miedo, la culpa, el pecado y otros, son las puertas abiertas por dónde la droga tiene acceso al ámbito sagrado del hombre. Luego, después de hacerlos dormir, le ofrecen sus productos. Sus productos son ideológicos, de tipo político o religioso. Y, evidentemente, cuando estás sonámbulo, aceptas todo lo que te ofrecen. Primero empiezas con cerveza y luego terminas con agua de ‘chuño’ (papa deshidratada) como dice el canto.

Cuando estás profundamente dormido la actividad consciente se detiene. La mente deja de funcionar y, por eso, el sueño es la no función de la mente. Cuando estás dormido estás vacío de contenidos; no hay actividad mental; estás simplemente relajado. Éste sueño es hermoso. ¿Has observado a los niños recién nacidos? Duermen las veinticuatro horas del día. Están acostumbrados a dormir. Ese sueño es puro, natural, es el sueño existencial. Sólo tiene momentos de necesidad, de alimento, de tener espacio para respirar por sí mismo, de ser cambiado los pañales. En realidad las necesidades son pocas. Ese sueño es un estado de inconsciencia natural. Sin embargo, Jesús no se refiere, una vez más, a ese estado de sueño.

Jesús, cuando dice ¡estén despiertos! Está haciendo referencia a tu estado, sin exagerar, patológico, a ese estado de ‘sueño despierto’. Hay mucha gente que duerme despierto, no solo mucha sino la mayoría. Ése es el motivo por la cual Jesús dice: ¡estén despiertos! La sociedad, la cultura, la civilización, por medio de sus agentes, por beneficiosos que hayan sido para la humanidad entera, ha creado un estado de sueño donde derrochas completamente el presente, el momento, el instante y terminas creyendo que el pasado y el futuro son hermosos. Éste es un sueño, algo falso, que hace que vivas en función de… ¡Eres deshonesto con el momento! ¡Eres falso! ¡Eres un hipócrita!

Recuerdo una hermosa anécdota que K. Gibrán lo cuenta:

Cierta vez había una madre y su hija. Madre e hija eran sonámbulas. En su sonambulismo salieron de sus camas y estaban caminando por el jardín, desnudas. La noche era fría. Tanto andar acabaron despertando al vecindario.

La madre declaraba:
-Por tu culpa, zorra, por tu culpa, perdí mi juventud. Me destruiste. Y ahora, todo aquel que viene a la casa te mira a ti. Nadie me mira a mí.
Ambas estaban por separado. Así que la hija también decía:
-Tú, vieja y podrida… Por tu culpa no puedo disfrutar de la vida. Tú eres un obstáculo… Siempre eres la traba, la piedra de tropiezo. No puedo amar, no puedo disfrutar.
Y, de repente, por el ruido y el cuchicheo de los vecinos curiosos, las dos se despertaron. La madre dijo a la hija:
-Mi niña, ¿qué estás haciendo aquí? Te vas a resfriar. Ven adentro.
La hija también comenzó a decir:
-¿Qué haces aquí mamá? ¿No te sentías bien? La noche está fría. Ven, mamá; ven a la cama.

La primera parte revela la verdad, la parte reprimida, que sale a la luz cuando estás completamente relajado o dormido. La segunda parte corresponde a tu falsedad y, por eso, madre e hija ahora son hipócritas. Antes era ¡zorra! Y ahora es ¡mi niña! Antes era ¡vieja podrida! Y ahora es ¡mamá! Tu inconsciente es verdadera y tu conciente es hipocrita. Éste es el problema de fondo. No eres auténtico, eres auténtico sólo cuando estás dormido, en tu inconsciencia.

Lo que pretendía Jesús de sus discípulos era, exactamente, lo contrario: que tu consciente sea auténtico. En ello estriba toda su insistencia: ¡estén despiertos! Porque cuando estés despierto nada te cambiará, aún muchos sonámbulos recen por ti, no te afectará; nada te confundirá, aún te pongan trampas; serás como una espada de ‘doble o triple filo’, aún pegues con el lado equivocado de la espada, siempre cortará. Serás cuerdo, serás peligroso, serás sabio, serás existencial, serás cósmico. Y lo falso se desvanecerá porque es algo creado por la multitud que distingue lo falso de lo verdadero. Así es como alcanzarás la claridad. Una vez alcanzado la claridad ya no serás objeto de manipulación de ningún Dios ficticio, de ningún político, de ningún sacerdote, de ningún psicólogo, de ningún abogado… Tú, por ti mismo, responderás. El estar despierto te permite coraje, valentía, libertad, luminosidad. Ahora todo es luz, bienaventuranza, regocijo, dicha y bendición. Ya no eres una parte. Eres el Todo. Estás completamente sumido en la eterna felicidad de la Existencia.

El conciente del ser humano despierto está en esa dimensión, la dimensión divina. El camino recorrido es arduo, placentero, extático, absolutamente individual. No hay posibilidad de retroceso. Por eso, la consciencia es la gloria del ser humano. Sin embargo, no eres un ser elevado, ¡imagínate! Teniendo todas las potencialidades al igual que Jesús. No eres un ser elevado. No eres divino. Antes bien, estás sumido en la inconsciencia. No caminas, reptas. ¿Por qué ese infortunio? Porque has creído. Nietzsche dice: “destruid a todos los débiles. Deja solamente a los superhombres sobre la tierra”. Y Hitler cree en ello y mata a millones de judíos. Le dices a una mujer: “eres muy hermosa” y la mujer cambia inmediatamente. Cree que es hermosa, la mujer más hermosa del mundo. En ambos casos juega tu capacidad de imaginación. Tanto Hitler como esa mujer son el hombre y la mujer más imaginativa. Y la imaginación, aún sea en pequeñas dosis, aporta sueño, bloquea tu consciente. Cuanto más bloqueado, más posibilidades de crear ilusiones; cuanto más bloqueado más posibilidades tendrás de crear sueños y espejismos. Te perderás en ellos.

Las drogas como el Opio, el anash, el alcohol, la marihuana, el LSD, entre otros, operan sobre el centro de tu imaginación, te sugestionan. Si posees una imaginación feliz, el viaje, con una de las drogas, será feliz; si tienes imaginaciones fantasmagóricas, el viaje será fantástico. Si imaginas estando en el cielo con los ángeles, como puede suceder con un cristiano, en el viaje que has de emprender, te llevarán los ángeles, exactamente, como lo has imaginado. Si imaginas abrazando a Cristo, con la ayuda de las drogas, lo lograrás. Así que todo cuanto imagines te lo concederán las drogas. Con ellas puedes alcanzar el cielo como el infierno. Puedes incluso hablar con Jesús o con Dios o con el Diablo. Si quieres volverte loco, lo harás. Ser un loco te será fácil con la ayuda de las drogas. La tomas y comienzas a hablar sólo, y ya estás loco, pero en realidad estás con alguien, con alguien imaginario que sólo para ti es real. Así que lo imaginado se vuelve real. Otra vez, eres real cuando estás profundamente drogado.

Las drogas funcionan alterando tu química fisiológica y todo lo fantástico se vuelve real. El Dios imaginario se hace real, el Diablo imaginario se hace real, el ángel imaginario se hace real; el cielo, el infierno, el paraíso, que predican las religiones, se vuelven reales, especialmente, en un terreno previamente preparado, el terreno de la inconsciencia. Por eso los niños pequeños no son tan proclives a la locura, a no ser que tengan una sensibilidad que supere sus potencialidades o alguna malformación fisiológica. No son tan duales como la gente mayor ya que, el niño, hasta cierta edad, sigue siendo salvaje.

Cinthia, la madre de Jaimito, despertó temprano y estaba velando el sueño de su hijo. En ese momento el niño estaba soñando que extravió uno de sus juguetes más queridos y comenzó a sollozar. Decía:
-¿Dónde está mi juguete?
Y su madre lo estrechó hacia ella y le dio el pecho. Solo así dejó de sollozar el niño.

Los niños no tienen la capacidad de juzgar, eso llegará más tarde, cuando se familiaricen con el inconsciente colectivo mediante sus padres, los profesores, la sociedad. Ellos no saben dónde acaba el sueño y dónde comienza la realidad. Todo ello es comprensible en los niños. Pero en una persona mayor no, porque sabiendo que el sueño es sueño y la realidad es la realidad, tendría que tener lógicamente menos posibilidades de enloquecer, y, sin embargo, sucede lo contrario. ¿Por qué? Porque, con el tiempo, ha adquirido una mentalidad fragmentaria, esto es, la capacidad de juzgar entre el sueño y la realidad, el bien y el mal, el cielo y la tierra, lo sagrado y lo profano. Ya no es puro, se ha vuelto corrupto. Y cuando estas polaridades se ahondan más y más, porque la sociedad, la cultura, y la religión no hacen más que producir dualidades, el ser humano no logra conciliar, entonces se fragmenta y, con la fragmentación, llega la locura. Es así como lo imaginario se vuelve real. Y cuando esto sucede desemboca, necesariamente, en diversos ataques de tipo patológico, puede incluso desembocar en ataques de tipo psiquiátrico que puede alterar lo fisiológico ya que, el nivel de la consciencia porque, ésta, es más fuerte que lo fisiológico. Por eso, si observas bien un fenómeno de este tipo, en la base, percibirás una dosis de creencia o imaginación. Esto sucede a nivel de la consciencia y, con las drogas, sucede a nivel de lo fisiológico.

Seguramente Jesús tenía una observación de ese tipo y por eso supo detectar que la gente duerme despierto. Entonces era preciso decirles: ¡estén despiertos! Mediante parábolas, anécdotas, chistes, oraciones, proverbios y demás. Eran parte de su metodología, aprendidas dentro de ese círculo –es decir, donde se producen esa clase de cosas– y contadas en ocasiones propicias. Jesús debió de ser una persona interesante, informal, casi salvaje y, sin embargo, muy cotizado en los círculos de los cuanta-cuentos, de los chistosos, de los borrachos ya que, en el fondo, éstos, son buenas gentes. Escucha esta anécdota:

En una zona prohibida, estaba orinando un borracho. Se acercó un oficial de policía y le dijo:
-¡Multa, cien Bolivianos!
El borracho metió su mano al bolsillo y sacó un billete de doscientos, y le entregó al policía. Éste dijo:
-Señor, me está dando un billete de doscientos.
Y el borrachito dijo:
-Así es. ¡Mee también usted, mi oficial! ¡Alcanza para los dos!

¿Te das cuenta? Los borrachines son buenas gentes, pero son incomprendidos. He aquí otra historia:

En un Bar estaba bebiendo Martincho con su hijo mayor. El hijo ya era jovencito de modo que, Martincho, le estaba dando una lección a cerca del beber.
El hijo preguntó:
-Dime pa’, ¿cuándo se ha de dejar de beber?
El padre contestó:
-Observa la mesa del frente. Hay cuatro personas sentadas. Cuando empieces a ver ocho, ¡déjalo!
El chico dijo:
-Pero pa’, ¡si solamente hay dos personas sentadas!

Así eres cuando tu química está alterada. Solo hay una persona, y tú ves dos. ¿Por qué? Porque estás inconsciente, fragmentado e incompleto. ¡Te falta un tornillo!. Estás siendo poseído por el alcohol. Ya no eres.

La hija de un Pastor pidió permiso para ir a un baile. Su padre y su madre le concedieron el permiso con la condición de que volviera antes de la media noche. La hija fue pero resulta que no volvía a la hora indicada. Ya eran las tres y nada. Y ellos seguían despiertos.
A las tres y treinta, por fin, la hija regresó. Apareció en la puerta y su padre le dijo con desprecio:
-¡Buenos días, hija del demonio!
Ella, hablando suavemente, como debería hacerlo cualquier muchacha decente, respondió:
-Buenos días, padre.


Cuando estás drogado con alguna creencia, también estás inconsciente. Ahora tu propia hija se convierte en hija del demonio, siendo hija tuya. ¡Mantente despierto, para no caer en esas perversiones mentales! Sólo así serás más consciente, comprensivo y lúdico.


Khishka