sábado, 28 de noviembre de 2009

A PROPÓSITO DE CRISTO, REY DEL UNIVERSO


La característica de un rey normal, común y corriente, es el dominio absoluto de su reino. Ese poder está expresado en su corona, en su cetro, en su ropaje, en toda la investidura que denota la apariencia externa de un rey. Todo lo que lleva demuestra supremacía. En algunas culturas, sobre todo antiguas, el rey es visto como ‘hijo de Dios’ o sinónimo de ‘Dios’, precisamente, debido al poder que tiene, las sentencias y leyes que dicta. El rey ocupa el lugar de Dios mismo o es su representante. De modo que no hay algo más absoluto que él pero, ojo, todo esto respecto a este mundo y en concreto su reino. En el fondo parece paradójico hablar de la existencia de un reino en éste mundo que se contrapone al otro del que habla Jesús. El diálogo entre Pilato y Jesús evidencia esa paradoja.

Pilato preguntó a Jesús:
-¿Eres tú el Rey de los judíos?
Jesús respondió:
-¿Lo dices por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?
Pilato replicó:
-¿Acaso soy judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?
Jesús, entonces, declaró:
-Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuera de este mundo, los míos habrían luchado para impedir que fuese entregado a los judíos. Pero mi reino no es de aquí.
Pilato le preguntó:
-¿Entonces eres rey?
Jesús contestó:
-Tú dices que soy rey. Pero yo he nacido y he venido al mundo para esto: para dar testimonio de la verdad. Todos los que pertenecen a la verdad escuchan mi voz.

Así es como queda en evidencia la paradoja entre el reino de este mundo y el otro. Evidentemente, la humanidad ha conocido sólo el reino de este mundo. El noventa y nueve por ciento de la gente repta en función de este reino, esto es, va en pos del poder, del dinero, los bienes, las ideas, los sueños, metas, deseos y proyectos; y el uno por ciento, siendo optimistas, camina en función del otro, esto es, de su ser, su consciencia, su divinidad, su luminosidad, su totalidad, su infinitud y su eternidad. A ésta debería estar subordinada la primera.

El camino religioso-espiritual no es fácil de comprender, como ocurre con Pilato. Él no puede comprender, no cabe dentro de su esquema mental que, un tipo como Jesús, sólo, sin nadie, completamente vulnerable, puede ser rey. Le parece simplemente absurdo, porque está anclado en el poder que se da en un nivel externo, en la plataforma de este mundo y sus ideales.

El ser humano tiene dos caminos científicos que recorrer: el camino racional-lógico y el camino irracional-ilógico. Ambos caminos son científicos como los senderos polares de lo masculino y lo femenino que se concretizan en la condición de ser varón o mujer. El primer camino científico ha sido desarrollado por los varones y está definido por su condición natural, ya que el varón es siempre una proyección hacia el exterior. La exploración, la aventura, la estrategia, la astucia, la conquista, la argucia, la torpeza, la artimaña, el engaño, el pretexto, la trampa, la posesión, la persecución, son notas que definen a la condición natural del varón. Por ejemplo, la ciencia, se lo debemos a esa condición natural. El segundo camino científico ha quedado casi opacado por el primero, no ha sido desarrollado como debía serlo. Sin embargo, para este camino, está más habilitado la mujer debido a su condición natural, ya que ella es una proyección hacia el interior, hacia dentro. La intuición, el sentimiento, la inocencia, la visión, el ingenio, la espera, la delicadeza, el cuidado, el escondite, definen la condición de ser mujer. La ciencia de la auténtica religión, que a pesar de ser subordinado o sometido a la lógica de la razón, se lo debemos a la condición natural de la mujer.

En el mundo hubo y hay grandes culturas, imperios y reinos que deben su existencia a la lógica y a la razón, esto es a la condición del varón. Por eso si nos pusiéramos a contar cuántos reyes y emperadores figuran en la historia de la humanidad, encontraremos muchísimos. Pero si comenzamos a enumerar cuántas reinas o emperadoras hubo, las podemos contar, son pocas. Son pocas las mujeres han logrado desarrollar la lógica y la razón. Por esa misma razón hay pocas filósofas, son contadas.

Escuché contar a cerca del filósofo Emmanuel Kant. Resulta que una muchacha se le declaró porque quería casarse con él.
Kant dijo:
-De acuerdo, me lo pensaré.

Como es evidente un pensador, un lógico de la talla de Kant, aunque se trate de amor, tiene que pensárselo. Así que pensó, pensó y pensó durante muchos años. Sopesó todos los pros y los contras del amor y del matrimonio. Y, como resultado, obtuvo trescientos argumentos a favor y en contra del matrimonio, es decir, ‘mita y mita’ (mitad y mitad), por lo que se sintió confuso. ¿Qué hacer? ¿Cómo decidir? Eran sus preguntas.

Comenzó a repasar y repasar y halló un argumento más a favor del matrimonio. El argumento decía: elige siempre la alternativa que te proporcione más experiencia. Y como ya tenía la experiencia de vivir soltero decidió por casarse, ya que ello suponía una nueva experiencia. Así que fue y llamó a la puerta de la muchacha, y fue atendido por su padre. Kant dijo:

-He decidido casarme con su hija. ¿Dónde está?
El padre contestó:
-Ya es demasiado tarde. Ella ya tiene tres hijos con otro.
La cosa era evidente, pues ya habían pasado veinte años desde el día en que la muchacha se le había declarado.

Y esa es la razón del por qué no hay muchas reinas (me refiero a reinas que tuvieron a su cargo un reino, no a misses) ni muchas filósofas en la historia de la humanidad, ya que la mujer no es tan tonta. Son más sabias instintivamente, más intuitivas, son más naturales y menos obsesivas con los argumentos. Están más interesados en vivir que en argumentar. Sin embargo, no hace mucho, ha cambiado la situación debido a la droga de la lógica. La lógica ha logrado contaminar el ser de la mujer. Ellas han adquirido una nueva enfermedad, y esa enfermedad se llama racional-lógico o, en una palabra, aristotelitis. Algunas se han vuelto filósofas, otras se han convertido en momias disecadas para el museo, otras se han vuelto teólogas, políticas, o renegadas sociales. En fin, se han vuelto tontas. Se han vuelto tan tontas que ya no quieren colaborar a la naturaleza y a la Existencia. Ahora quieren ser varones, por eso ya no son una alternativa. La mujer ha perdido su inteligencia y se ha vuelto intelectual, fea, aburrida, ya no irradia inocencia, naturaleza, alegría y belleza. Se ha degradado. El baile varón-mujer ya no es armónico, ha perdido su encanto. El baile de los sexos ya no irradia belleza y aroma, sino una lucha, una pugna por el poder, por ocupar un puesto en las tribunas del circo del hogar o la sociedad. La mujer está contaminada, ha perdido su naturaleza, pues casi toda su belleza ha quedado subsumida por la lógica del varón.

Sin embargo, Jesús dice: ‘mi Reino no es de este mundo’. Con ella está aludiendo a ese reino que ha quedado subsumido por el otro que está escrito en los cánones de la historia oficial. El ser humano tiene que redescubrir el camino alternativo, tan científico como el de la ciencia y la tecnología que conocemos hoy. Ese redescubriendo es absolutamente necesario para nuestros tiempos, ya que sólo así habrá equilibrio y armonía. Será muy costoso pero no imposible.

Sucedió que un tipo de cuarenta y dos años apostó en un ‘Juego de la Ruleta’. Perdió todo su dinero, sus bienes, e incluso su mujer. Ya no tenía nada. Se desesperó tanto que decidió suicidarse porque la vida había pedido completamente su sentido. Subió a la parte más alta de la torre y miró hacia abajo. Era una mujer que le estaba gritando:
-¡No lo hagas. No lo hagas. Yo te puedo ayudar!
El hombre preguntó:
-¿Quién eres?
Ella dijo:
-Soy una bruja.
Inmediatamente, el hombre bajó por las escaleras y se encontró con la mujer. Era una vieja bruja, fea y repugnante. Le preguntó:
-¿Y qué puedes hacer tú por mí?
La vejancona respondió:
-Te puedo conceder tres deseos, pero con una condición: que pases esta noche conmigo y colmes todos mis deseos.
El otro dijo:
-Trato hecho.
Fueron a su casa, prepararon algunas cosas, se acostaron, hicieron el amor, y después de tanto ajetreo, al hombre, todo él exhausto, le vino un sueño profundo que se quedó tumbado y dormido, como un muerto. Luego despertó y, viendo que la vieja bruja estaba sentada a su lado, le dijo:
-Ahora que he colmado todos tus deseos, es preciso que cumplas con la otra parte del trato: la de concederme tres deseos.
La bruja preguntó:
-¿Cuántos años tienes?
El respondió:
-Cuarenta y dos.
Y la vieja dijo:
-Con cuarenta y dos años ¿aún crees en brujas?

No importan los años. Sigues siendo inmaduro e infantil a consecuencia de tus creencias en cosas que no son reales. El hombre no puede vivir con lo real y por eso, los sueños, parecen necesarios; los ideales, parecen necesarios; los proyectos, parecen necesarios; las mentiras, parecen necesarios; las ilusiones, parecen necesarios; las imaginaciones, parecen necesarios; las fantasías, parecen necesarios. Todas esas mentiras son la causa de tus sufrimientos, de tus frustraciones, de tus desdichas. Si eres así de sufrido y desdichado ¿cómo puedes ser y vivir como un rey? ¡Imposible!

Un día visité a un pintor en acuarela. Hacía hermosos cuadros. Era un genio para manejar el pincel y los colores, pero inconsciente de sí mismo. Pero eso no es nada. Era Testigo de Jehová, un auténtico fanático. Todo comenzó cuando me dijo que Dios le había dado esa habilidad. Comenzó a justificar su habilidad con los versos de una Biblia que tenía consigo. Me mostró un versículo de la carta a los Corintios de San Pablo, donde hablaba de: cómo Dios da toda clase de dones a los hombres. Luego comenzó a lamentarse diciendo que: estamos viviendo en los últimos tiempos. Decía: habrá guerras, cataclismos, hambre, destrucciones, terremotos, temblores por toda la tierra. Todo eso va a ocurrir el dos mil doce. Jesucristo vendrá con su ejército de ángeles e impondrá su reino por toda la tierra. Sólo después habrá paz en este mundo. Así que hermano –me dijo– tienes que convertirte a Dios, a nuestra religión. Los católicos han hecho enojar demasiado a Dios con sus borracheras, con sus curas pedófilos, con sus prostitutas, con sus adúlteros, con sus bailes satánicos, etc. Solo están crucificando a Jesús otra vez –complementó–.

Yo le escuché todo ya que, al fin y al cabo, era pura tontería. Entonces le dije:
-Por todo lo que me has dicho, quisiera darte una recomendación.
-¿Cuál? Dijo él un poco desconcertado.
Yo le dije:
-¡Córtate la cabeza! Si no lo haces, con toda esa basura, ya tienes un puesto asegurado en el manicomio.

La gente está tan metida en mentiras, tanto que lo único digno está llegando a ser: cortarse la cabeza o suicidarse. En la cabeza están los sueños, ilusiones, ideas, proyectos, prejuicios, imaginaciones y fantasías. Todas esas falsedades son como los parásitos que devoran tu belleza. Esas cosas tienen que ser eliminados de raíz porque no favorecen a la convivencia con lo real. A menos que el ser humano no se corte la cabeza no podrá vivir como un rey, un emperador, un Dios. La condición de Rey, emperador y Dios está en uno mismo. Eres un Dios escondido.

Estuve paseando por una avenida de la zona sur de la ciudad. Justo, en el jardín de la avenida que estaba cubierto de pasto, estaban cuatro sujetos, entre niños y niñas, además de dos mascotas: un pequeño gato y un perrito. La más grandecita tenía un paquete de galletas. Sustrajo una y mordió su parte, luego le pasó al gato, después a su otro hermanito, posteriormente al perrito y así sucesivamente hasta dar con todos. Una sola galleta alcanzó para todos. Ellos estaban perdidos en lo que hacían. Sólo el verbo ‘compartir’ florecía.

El niño es epicúreo ya que, al igual que Epicuro, con sólo pan y mantequilla, es capaz de celebrar grandes banquetes. En niño es así: sabe celebrar y se las arregla con unas pocas cosas. Con unas cuantas cosas él es como un rey, es como un emperador, como un Dios. Tiene dominio absoluto sobre su reino. Pero no se trata de un rey de la categoría de Alejandro Magno que ni siquiera duerme bien, no es un poderoso de la talla de Hitler que mata a millones. El niño no es un rey de ese estilo. Es un rey del otro mundo, del mundo de lo divino, y el mundo de lo divino no está fuera, en algún lugar geográfico, sino dentro. Sólo con el tiempo, cuando crezca, se corromperá esa pureza, esa virginidad, debido a la cultura, la civilización, la educación, la religión y la política. Toda la fachada que te conceden estas entidades son mentiras absolutas y, como son mentiras, te hacen falso. Y si alguna vez has sido rey como Alejandro Magno, no has sido sino un miserable, un subhumano o un humanoide, porque te lo han concedido otros, es decir, una multitud. No ha sido algo que tú lo has procurado. No ha sido como consecuencia de tu transformación.

Si bien Jesús decía que su reino no es de este mundo, no estaba diciendo que él tiene otro mundo como lugar geográfico, más bien estaba hablando de la geografía de su interioridad donde él es Dios, es Rey, es la Verdad, es el Cosmos, es la Totalidad, es Conciencia pura y virgen. Y esto ha sido tan malinterpretado hasta el colmo de crear colectividades para bloquear la evolución individual del ser humano. Por eso los funcionarios de las colectividades que conocemos no son más que títeres de la multitud, de una masa a quien representan, aún si hablan de Dios. ¿Por qué? Porque ellos no lo han procurado sino que alguien se los ha concedido. Nada que no sea resultado de tu propio florecimiento es digno para el Multiverso que bulle en nuestra sangre. Su Dios es la gran mentira, es un producto de mercado y, éste Dios, a lo largo de los años, ha sido pintado y repintado su fachada para hacerlo un poco más atractivo. Pero con todo eso no deja de ser una mentira. Es más: Dios es la mentira más grande que la humanidad ha tolerado.

Ese bloqueo de la evolución humana ha creado las colectividades y, como toda colectividad es inconsciente, en toda masa no puede florecer la Consciencia, la divinidad. Cristo es el estado evolucionado del hombre, por eso es Multiversal, por eso es Cósmico, por eso es Total. De ese modo Cristo ha hecho florecer toda su potencialidad; Cristo, ya no es humano –mejor, ha trascendido lo humano– es Divino; Cristo es Dios. Ha trascendido la colectividad. Ha dejado de ser miembro de un club, ha pasado a ser Universal porque asumió su ser por cuenta y riesgo propio. Toda colectividad, multitud o masa, vive sumido en la inconsciencia. Es ganado que está siendo conducido al matadero y sus ministros no son más que unos bueyes que parecen tener un buen precio en el mercado, cuyo costo tienen que pagar los miembros de la colectividad.

La colectividad funciona según la ley de causa y efecto –propia de la evolución inconsciente– por eso es un proceso mecánico, natural, automático, que ocurre por sí sola. En cambio, en Cristo, va más allá. La evolución inconsciente ha llegado a ser consciente y, éste, es el ser humano. Luego el ser humano, en Cristo, Trasciende lo natural, se hace sobrenatural. La inconciencia es propia de la colectividad, por eso existen católicos (que es una especie de cristiano), existen Testigos de Jehová (otra especie de cristiano), existen los Santos de los últimos días (otra especie de cristianos), existen Luteranos (otra especie de cristianos), entre otros al igual que suceden al interior de todas las religiones milenarias. La colectividad no tiene consciencia alguna, todos son una tropa de inconcientes y cobardes, y, por eso, año redondo hacen las mismas cosas y, comer lo mismo, no les empalaga. Son absolutamente inconscientes.

La Consciencia es propia de la individualidad. En Cristo la evolución ha dejado de ser inconsciente, pasó a ser consciente. Ahora la evolución se ha vuelto un proceso individual; ahora la dignidad, la belleza y la gloria del hombre es la Consciencia; si bien la evolución inconsciente existía en la colectividad, ahora, en Cristo, la evolución consciente existe en la individualidad. Así Cristo es responsable de su propia evolución lo que, en la colectividad, era un Dios, un funcionario, la misma multitud, la autoridad, un mercader, un Pastor, un sacerdote, un Diablo, en fin, pero otro.

La evolución Crística ofrece la transformación a los seres humanos. Jesús dice: ‘si mi reino fuera de este mundo, los míos habrían luchado para impedir que fuese entregado a los judíos’. Con ello está aludiendo al camino que ha de recorrer el ser humano consciente, sólo, porque sólo en absoluta solitud florecerá el Cristo. En ese estado de solitud es uno con el Todo porque la unidad surge de la soledad. A menos que sepas estar completamente sólo la divinidad no florecerá en ti. Cuando estás absolutamente sólo, el Todo florece en ti y tú te conviertes en Él; cuando estás absolutamente vacío, te conviertes en Existencia; cuando te vuelves la nada absoluta, te vuelves la Totalidad. Esto es una verdad científica del mundo interior del ser humano consciente, es decir, tu condición divina. Testigo de ello es Jesús, por eso dice: ‘he venido para dar testimonio de la verdad’ y, quienes transitan por ese sendero, pertenecen a la verdad. Pero esa verdad es difícil de entender para un tipo como Pilato.


Khishka

No hay comentarios:

Publicar un comentario